Náufragos Celestes

domingo, 22 de junio de 2014

Ficciones

La lluvia y el viento ocultaban el mundo exterior. Inoue escribía a intervalos dispares. La frustración la había visitado ese día y al parecer no planeaba irse pronto. Durante las pausas su vista se perdía en el fuego de la chimenea...todas las palabras parecían haberse quemado en esas llamas. En su hoja solo había una oración a medio terminar, sin punto, sin límites -Bajo la lluvia un gato negro-
 Mientras las horas pasaban cualquier intento por completar esa oración se hacía cada vez más inútil. La oscuridad caía sobre el mundo y ella seguía inmutable, peleando contra un enemigo invisible. 
 -Bajo la lluvia un gato negro deambula por tejados desconocidos- fue uno de los primeros intentos descartados. -Bajo la lluvia un gato negro entrega su alma a Satanás- fue otro de los tantos, seguido por
 -Bajo la lluvia un gato negro busca refugio y consuelo- 
 Inoue se refregaba la frente, nada servía a sus propósitos. Reavivó el fuego y entre los gritos del viento y la queja de los postigos escuchó algo más, un susurro pausado, lejano, sombrío. Tomó un cuchillo y recorrió toda la casa sin hallar rastros de visitantes furtivos. La joven vivía recluida y no toleraba las intrusiones de ningún tipo. La luna oculta detrás de imponente oscuridad llegaba a su punto más alto al tiempo que la joven volvía a tomar asiento frente a su cuaderno. Todavía le parecía oír una voz lejana, un maullido sofocado, cuando siguió leyendo sus oraciones descartadas.
-Bajo la lluvia un gato negro acecha- El susurro pareció desaparecer.
-Bajo la lluvia un gato negro pelea ferozmente-
-Bajo la lluvia un g...-Se escucha un golpe sordo en el tejado- gato negro augura perdición-
El fuego flaquea. La última linea descartada recitaba:
-Bajo la lluvia un gato negro implora por la muerte de los indiferentes-
Un sudor frío recorrió las sienes de Inoue, contuvo la respiración por unos segundos y luego comenzó a sonreír nerviosamente. Tomó su lápiz y lo apoyó sobre el papel. 

Mientras la mirada de Inoue se perdía en las tinieblas del más allá, sonrió, por última vez.
 El fuego agonizante seguía proyectando oscuridad inconstante. De a poco, lo que parecía la sombra de una silla fue cambiando, convirtiéndose en algo más que terrible oscuridad...convirtiéndose en estremecedora vida.

El gato negro subió a la mesa y lamió la mano tiesa que todavía sostenía el lápiz, luego se posó sobre el cuaderno abierto y allí permaneció, inmóvil...Junto a su cola se leía una palabra con letras rojas, solo una...


Muerte

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No sabía que escribir, hasta que vi sobre mi escritorio la tapa del libro "ficciones" de Borges...quería inventarle una historia a ese gato...

jueves, 5 de junio de 2014

Vuelo hacia lo indecible...

Estas acostado, tu respiración es tranquila y regular, no puedo dejar de mirarte. Yo tuve que haberme ido hace más de cinco minutos. Voy a tener que correr para compensar ese valioso tiempo. Soy parte de esta revolución y las revoluciones no deben retrasarse siquiera por amor. Se que debí decírtelo. Decirte que cuando entraste a ese café a las dos de la madrugada y te acercaste a la última mesa interrumpías la organización de algo superior. Ahora es demasiado tarde. No hay tiempo para cartas o frases de despedida.
 Salgo por la ventana pero mi mente sigue morando en ti. Mientras doblo en la esquina mantengo una sola ilusión, que me recuerdes. Que recuerdes mi mirada, mi sonrisa, el sonido de mi voz o tan solo mi perfume. 
 El sonido de un carruaje a la distancia me trae de vuelta a la realidad, ya estoy llegando y carece de sentido preguntarme si saldré viva de esta labor. En la lejanía comienzan los disparos. La luna que minutos antes se escondía ahora espía tímidamente las calles. Con los primeros gritos de agonía la certeza del fin termina por envolverme.




 "Esta es tu hora, alma mía; la de tu libre vuelo hacia lo indecible.
Lejos de los libros y del arte, consumido el día e impartida la lección,
entera emerges, silenciosa y contemplativa, a considerar los temas
que más amas: la noche, el sueño, la muerte y las estrellas"

Walt Whitman