Náufragos Celestes

martes, 9 de diciembre de 2014

Persecución 4


-El dieciséis de este mes se cumplirán tres años desde que lo vi por última vez. ¿Importa ahora su nombre? Me pregunto...¿Seguirá siendo suyo o a estas horas pertenecerá a la tenebrosidad de la tumba? 
 Creo que no me gustaría saber la verdad, enterarme que su respiración cesó al poco tiempo que  nos separamos, que su aventura tuvo el peor de los finales.
A veces me imagino espiándolo mientras vaga por calles desconocidas, saludando a los vendedores ambulantes y sonriendo a sus vecinos, llevando una vida normal y no la desdichada que tuvo aquí. Lo imagino recibiendo el amanecer con un rostro serio, portando cicatrices profundas; desvaneciéndose en el atardecer satisfecho, con un extraño goce en su mirada. 
De seguir con vida me pregunto si piensa en mi como yo pienso en él, si al ver su reflejo en el agua ve también el mío; si el veinticinco de Abril sigue siendo una fecha especial en su corazón.
 El tiempo pasó y los secretos que ambos compartíamos nunca se conocieron, las verdades que aprendimos nunca se aceptaron. 
¿Por qué te cuento esto? Porque hoy siento que mi esperanza es como un río cuyo cause se pierde bajo las arenas del desierto, en la adversa oscuridad de la incertidumbre, alimentando raíces eternamente podridas, hasta que el olvido sea lo único que quede de él, lo único palpable para mí.



viernes, 21 de noviembre de 2014

Inexplicable dolor...

Poco a poco el gris del cielo cede su lugar a la oscuridad y el viento ensordece  a las bestias. Te escondes donde sabes que nadie te alcanzará, en tu falseada realidad, en la consciente  ignorancia y comodidad de quien no quiere pensar. Hace tiempo no tienes nuevos conocimientos, solo una montaña de frases inservibles, repetida por una sucesión de autoridades hipócritas. 
El ululeo de las aves nocturnas te es indiferente, no te invita al primitivo misticismo del que emergimos; como tampoco lo hace la claridad lunar o el lento paso de las estrellas por el firmamento.

Reniegas de la realidad pero no intentas comprenderla, dejas que otros lo hagan por ti. Piensas que causa y efecto no se aplican al reino del corazón; que el capricho y el deseo sin acción crean al mundo. No entiendes a los demás porque no te entiendes a ti mismo. 
Te abandonas a la arbitraria emergencia de tus sentimientos para naufragar en mares desconocidos, manteniendo la insolente esperanza de encontrar en ellos un atisbo de felicidad.

Cuando tu razón se dio a la fuga empezaste a creer que la felicidad procede de la peor de las causas, el azar.
Empezaste a creer que la virtud surgirá sola, que las oportunidades aparecerán por arte de magia y que por el mismo arte te encontrarás preparado para reconocerlas y aprovecharlas.
Tus sueños no te alimentan ni impulsan, como sucede con los sanos aventureros, por el contrario, envenenan tu percepción del día, obligándote a odiar lo que crees que el destino te niega en su maligno atropello.

Te expresas con latente violencia para plasmar una doble intención; resaltar la intuída injusticia y aparentar el vigor de años perdidos en un pasado velado incluso para ti.
No hay salidas fáciles, elixires misteriosos, héroes inesperado, revelaciones espirituales, razonamientos válidos...
 solo dolor, inexplicable dolor
Solo una plegaria que repites todas las noches...

"Por favor Dios, llévame pronto"




martes, 4 de noviembre de 2014

Absoluta oscuridad del alma

Todo en tu habitación es quietud,
 no hay nubes que decoren tu atardecer
ni esquivos aromas que lo enriquezcan.
 Las estrellas llegan fuertes, distantes y ajenas. 
El viento se convirtió en fugitivo y todas las aves se fueron con él. 

Todo en tu habitación es quietud...
No hay eco en las paredes
ni danzantes sombras en el suelo.
Las agujas del reloj se detuvieron,
profetizando clandestinamente lo ahora obvio.

Los muebles dejaron de crujir.
No hay brisa que conmueva al polvo,
como no hay plegaria que restaure lo arrebatado.
El tesoro perdió su valor,
puesto que la balanza ha cambiado.

Lo que queda es signo de un antiguo incendio;
tus proyectos, tus ideas, tus sentimientos.
Lo que queda es una ilusión sin esperanzas,
una maquinaria sin motor,
un espacio vacío.

Todo en tu habitación es quietud,
áspera, sorda, amarga, acre, gris.
Es más que carencia o total ausencia,
es insoportable calma,
inevitable reposo...

Es absoluta oscuridad del alma
que te espera, que te anhela, que te recuerda, que te llora,
que te ama, que se despide...
deseándote buen viaje.





martes, 21 de octubre de 2014

Do or die

Lo planeamos, esperamos y nos preparamos. Cuando llegó el momento no titubeamos y salimos en busca de un nuevo lugar donde dejar nuestra pequeña huella. Reímos, disfrutamos, nos apuramos, nos demoramos, miramos hacia arriba, nos tropezamos, saltamos, cantamos...
 Volvimos diferentes, con otras ganas, con otras ideas, con el sentimiento de siempre pero aumentado. De pronto me encuentro imaginando, animándome a más, y creo que eso es lo más importante, animarse a más y salir de esta cómoda prisión. ¿Cuándo aceptamos estos barrotes? Hoy los limé, porque el único guardia era yo misma, y no pienso volver a verlos. 
 In defence of our dreams...


It's time to do or die.

lunes, 21 de julio de 2014

It's time...


Las palabras me han esquivado demasiado tiempo, los músculos se han atrofiado, la velocidad me ha abandonado,aun así, lentamente vuelvo a sentir la fuerza, el brillo que eternamente vuelve a sacarme de las sombras. 
Es hora de actuar...

domingo, 22 de junio de 2014

Ficciones

La lluvia y el viento ocultaban el mundo exterior. Inoue escribía a intervalos dispares. La frustración la había visitado ese día y al parecer no planeaba irse pronto. Durante las pausas su vista se perdía en el fuego de la chimenea...todas las palabras parecían haberse quemado en esas llamas. En su hoja solo había una oración a medio terminar, sin punto, sin límites -Bajo la lluvia un gato negro-
 Mientras las horas pasaban cualquier intento por completar esa oración se hacía cada vez más inútil. La oscuridad caía sobre el mundo y ella seguía inmutable, peleando contra un enemigo invisible. 
 -Bajo la lluvia un gato negro deambula por tejados desconocidos- fue uno de los primeros intentos descartados. -Bajo la lluvia un gato negro entrega su alma a Satanás- fue otro de los tantos, seguido por
 -Bajo la lluvia un gato negro busca refugio y consuelo- 
 Inoue se refregaba la frente, nada servía a sus propósitos. Reavivó el fuego y entre los gritos del viento y la queja de los postigos escuchó algo más, un susurro pausado, lejano, sombrío. Tomó un cuchillo y recorrió toda la casa sin hallar rastros de visitantes furtivos. La joven vivía recluida y no toleraba las intrusiones de ningún tipo. La luna oculta detrás de imponente oscuridad llegaba a su punto más alto al tiempo que la joven volvía a tomar asiento frente a su cuaderno. Todavía le parecía oír una voz lejana, un maullido sofocado, cuando siguió leyendo sus oraciones descartadas.
-Bajo la lluvia un gato negro acecha- El susurro pareció desaparecer.
-Bajo la lluvia un gato negro pelea ferozmente-
-Bajo la lluvia un g...-Se escucha un golpe sordo en el tejado- gato negro augura perdición-
El fuego flaquea. La última linea descartada recitaba:
-Bajo la lluvia un gato negro implora por la muerte de los indiferentes-
Un sudor frío recorrió las sienes de Inoue, contuvo la respiración por unos segundos y luego comenzó a sonreír nerviosamente. Tomó su lápiz y lo apoyó sobre el papel. 

Mientras la mirada de Inoue se perdía en las tinieblas del más allá, sonrió, por última vez.
 El fuego agonizante seguía proyectando oscuridad inconstante. De a poco, lo que parecía la sombra de una silla fue cambiando, convirtiéndose en algo más que terrible oscuridad...convirtiéndose en estremecedora vida.

El gato negro subió a la mesa y lamió la mano tiesa que todavía sostenía el lápiz, luego se posó sobre el cuaderno abierto y allí permaneció, inmóvil...Junto a su cola se leía una palabra con letras rojas, solo una...


Muerte

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No sabía que escribir, hasta que vi sobre mi escritorio la tapa del libro "ficciones" de Borges...quería inventarle una historia a ese gato...

jueves, 5 de junio de 2014

Vuelo hacia lo indecible...

Estas acostado, tu respiración es tranquila y regular, no puedo dejar de mirarte. Yo tuve que haberme ido hace más de cinco minutos. Voy a tener que correr para compensar ese valioso tiempo. Soy parte de esta revolución y las revoluciones no deben retrasarse siquiera por amor. Se que debí decírtelo. Decirte que cuando entraste a ese café a las dos de la madrugada y te acercaste a la última mesa interrumpías la organización de algo superior. Ahora es demasiado tarde. No hay tiempo para cartas o frases de despedida.
 Salgo por la ventana pero mi mente sigue morando en ti. Mientras doblo en la esquina mantengo una sola ilusión, que me recuerdes. Que recuerdes mi mirada, mi sonrisa, el sonido de mi voz o tan solo mi perfume. 
 El sonido de un carruaje a la distancia me trae de vuelta a la realidad, ya estoy llegando y carece de sentido preguntarme si saldré viva de esta labor. En la lejanía comienzan los disparos. La luna que minutos antes se escondía ahora espía tímidamente las calles. Con los primeros gritos de agonía la certeza del fin termina por envolverme.




 "Esta es tu hora, alma mía; la de tu libre vuelo hacia lo indecible.
Lejos de los libros y del arte, consumido el día e impartida la lección,
entera emerges, silenciosa y contemplativa, a considerar los temas
que más amas: la noche, el sueño, la muerte y las estrellas"

Walt Whitman

jueves, 29 de mayo de 2014

Fluye...

Fluye, no te estanques, no temas a las dificultades, abrázalas, acéptalas, supéralas. Al vencerlas se calibra el cuerpo y la mente. No esquives el error abandonando, muy por el contrario, agradécelo, entiéndelo y aprende. El que camina senderos desconocidos tropieza  y puede perderse, no por eso debe dejar de andar. Rendirse equivale a la peor de las muertes, sin resurrección ni renovación, sin reconocimiento y significado. Agradece a los que se preocupan y se esfuerzan para que cumplas tus sueños, porque cuando los cumplas te darás cuenta que ellos salvaron tu vida permitiéndote resistir las impredecibles embestidas del destino.
 Que la turbación no te desanime; una mente que no se desconcierta no se esta empleando, así como un cuerpo que no duele no se esta ejercitando.
 Crea, Renueva, Juega, Fluye...


"El arroyo que encuentra un obstáculo es el que canta"


domingo, 18 de mayo de 2014

Ahí vas tu, poesía de un solo verso...


Ahí vas tú,
poesía de un solo verso
recitado en silencio
sin eco o esperanza.

Jovialidad ignorada
pisoteada y arrancada
de un corazón que se nutre sombrío.
Abandonas las calles del amor
perdiéndote en desidias tardías.

Ave sin alas que ruega dejarse caer
dejarse caer una última vez.
Memoria que carcome el interior
concédele un momento de perdón
que solo quedará cascarón
y no un amor, ni una pasión...

Destino perverso
que siembras solo desencuentro
en almas ingenuas
condenadas a la divergencia.
Desdichada tempestad
que te empuja mar adentro,
haciéndote navegar por aguas de salada amargura.

Ahí vas tú,
poesía de un solo verso
recitado en silencio,
te pierdes en la lejanía
y yo no te escucho ni siento.
Me arrepiento, pero acaso la hora
ya es tardía y el futuro no tan cierto...

domingo, 11 de mayo de 2014

Solo en la oscuridad...


El aspecto de aquél niño era insano, sepulcral, por qué me miraba así era un misterio que no tenía tiempo de resolver. Acudí al encuentro de mi cliente Kjartan en el café de la calle Baker. Las luces del interior eran tan cálidas que desde afuera parecía estar abandonado. Entré y ahí se encontraba él, contorsionado sobre la mesa del rincón más alejado. Al sentarme no pude evitar ver las tres tazas de café que ya había absorbido esperando que le proporcionen clarividencia suficiente al intelecto. Estuvimos en silencio largo rato, él mantenía su mirada fija en una pared y por instantes parecía observar un horror vivo. Cuando se dignó a hablar, sus únicas palabras fueron "no sé que decir" Sentí muchas ganas de golpearlo, cómo podía citarme de urgencia sin tener nada para decirme. Lo miré fijamente a los ojos y no encontré vida ni sentimientos,  deduje que sus pensamientos debían ser negros como la noche. No tardó mucho en excusarse para ir al tocador. Decidí tomármelo con calma y ordenar un café irlandés que me brinde paciencia y esa espontaneidad que surge con la adecuada dosis de alcohol. Los minutos se escaparon sigilosos y cuando me percaté ya era demasiado tarde. Entré en el tocador y la fría brisa de la ventana abierta no hizo más que enfurecerme.
 Desde que tengo memoria confío en el poder de la razón, el éxito en mi carrera de detective se debe a esa confianza ciega, a priori. Aunque solo lo había visto tres veces en mi vida, Kjartan no tenía donde esconderse. Sus pisadas en el barro bajo la ventana revelaban que se dirigía hacia el norte, más precisamente a su departamento en la calle Amharach.
 Encendí mi pipa y achiqué la distancia que me separaba de su guarida. Una densa niebla cayó sobre las calles, haciendo que todo parezca difuso y malsano. Algunas figuras pasaban a mi alrededor indiferentes, en los callejones las parejas desahogaban su lujuria sin reparos. Veinte minutos después me encontré fuera del edificio en el que días atrás había visto entrar a Kjartan. Entré y comencé a subir las escaleras. Había cinco departamentos pero las huellas de barro fresco se detenían en el  del tercer piso. ¿Cómo sabía Kjartan que yo estaba a punto de detenerlo? Él me había contratado para encontrar al asesino de su hijo una semana atrás. La escena del crimen se encontraba en una casa abandonada a escasas cuadras de su departamento. El niño había sido estrangulado ferozmente. Un hecho peculiar fue la falta de signos de resistencia en la víctima. Al día siguiente fui contactado por una tal Heather Black, que no resultó ser otra que la abuela del niño y suegra de Kjartan. Además de implorarme por el descubrimiento de la verdad, la señora Black me informó de un hecho que su yerno había decidido pasar por alto. Efectivamente yo estaba al tanto que la esposa de Kjartan había muerto un año atrás, pero no de que la causa de muerte había sido una soga alrededor de su cuello. O mi cliente sabía más de lo que me había contado o era una de las personas más desafortunadas del planeta. Saqué mi revolver y me dispuse a entrar. La puerta había sido cerrada con llave y no tenía tiempo de utilizar mis ganzúas. Al patear la puerta me interné en un ambiente amplio, las persianas se encontraban bajas y un aroma a encierro y humedad me rodeo rápidamente. Vi una luz en la habitación y me dirigí hacía ella con mucha cautela. Sin duda Kjartan me había escuchado entrar pero aún así se encontraba arrodillado en medio de la habitación, iluminado por dos velas a medio consumir.
-No se a qué estas jugando pero vas a decirme lo que quiero saber- le dije, y comenzó a llorar.
 -No importa lo que diga, los dos estamos condenados. Hace tiempo que lo estamos, yo hace un año, vos hace una semana ¿O negaras la presencia de los muertos en las calles?
-¿De qué estas hablando?
-Sin duda le mencioné que mi esposa falleció hace un año ¿No es así detective? Omití mencionar que fue un suicidio. Cuando pasó ella acababa de perder a nuestro primer hijo.
 -¿Cómo que primer hijo? Pero si usted me contrató para...
-No, mi hijo William, difunto hace una semana, no era hijo de mi esposa. Y ese era el problema, ella me acusó de no llorar a nuestro hijo, de querer más al bastardo. de no amarla verdaderamente y que por todo esto me castigaría y atormentaría por toda la eternidad. ¡Puedo decir en mi defensa que nada de eso es verdad! ¡Lloré a nuestro hijo pero ella eligió no verlo, eligió odiarme sin razón!
Las llamas de las velas temblaron súbitamente y de un lado emergió un rostro pálido y terrible como el mar embravecido.
-¡No sin razón perro lastimero! ¿Pensaste que podías poseerme y luego negar a nuestro hijo? ¿Pensaste que tu fortuna era solo tuya? Espero que entiendas que no vas a llegar a disfrutarla.
-¡Ya no quiero disfrutarla, Ya no tengo nada de valor!- gritó Kjartan.
-Entonces querido mío, acaba con tu vida y con la de ese hombre que intenta quitarte lo único que te queda, tu nombre y la libertad de unirte a mí en la muerte.
Dicho eso se escucho el martillo de un revolver. Con un rápido movimiento de mi capa conseguí apagar las dos velas y salí corriendo sin mirar atrás. Segundos más tardes una detonación alcanzo mis oídos.
 Cuando llegó la policía me di cuenta de que por alguna razón me encontraba embotado. Entramos al departamento y descubrimos el cuerpo sin vida de Kjartan en la habitación a oscuras. No había señal de la mujer. Antes de irme pude ponerle nombre a otros aromas que se encontraban en aquél desdichado departamento.


Durante días seguí en secreto a Heather Black. No había nada de sospechoso en sus movimientos diurnos. Realizaba mandados y visitaba a sus amigas. Por las noches mantenía encuentros discretos con distintos caballeros en varios cafés de la ciudad.
 Para cada uno de estos encuentros solía "disfrazarse" de una manera particular. Al señor calvo y obeso, magistrado de la suprema corte, lo esperaba siempre con un vestido, saco y sombrero verde oscuro. Al eminente y joven abogado Sebastian Eckhart lo esperaban una cabellera suelta y un vestido ajustado acompañado de guantes rojos. Podría seguir la lista siendo lo único que saquemos en blanco la innegable belleza de la señora Black a sus cuarenta y cuatro años.
 Cierta noche, mientras Heater daba rienda suelta a sus placeres más bajos en algún callejón, decidí hacer guardia frente a su casa. A la medianoche me pareció avistar un leve destello en la ventana más alta de la casa. No sabía si era real o producto de mis sospechas pero la decisión estaba tomada. Pocos minutos después me encontraba en el segundo piso de la casa Black. Todo estaba a oscuras, los postigos gruñían por el viento, ocultando cualquier sonido invasor. Un intenso perfume llegó hasta mi y me oculté junto a una biblioteca. Una sombra pasó veloz por el centro de la habitación en dirección a las escaleras. Me apresuré en seguirla y al llegar al ático la pude ver. Su nombre era Sofía, Sofía Black, la tenue llama de una vela parecía solo poder iluminar su rostro pálido y enjuto. Bajo mis pies crujió una madera e inmediatamente aparecimos en la mira del revólver del otro.
 Nos quedamos inmóviles,el único indicio de que el tiempo seguía corriendo era el disonante choque de los postigos.

-Hizo mal en venir detective, temo que esto terminará mal para ambos-dijo lentamente.
-Mentiría si dijera que no lo pensé, pero permitame decirle que usted luce muy asustada para ser un fantasma, señorita Sofía.
-¿Usted qué sabe de fantasmas? ¿Qué sabe de la muerte usted, profanador de cadáveres, perturbador de la paz absoluta? Por su bien debió dejar tranquila a la parca y sus misterios.
-Son sus actos, no los míos, señorita, los que nos trajeron a este momento desafortunado. Si tan solo usted no hubiese decidido intentar quedarse con toda la fortuna de su difunto esposo; si no hubiese fingido su embarazo ni su muerte, rodeada de amenazas y maldiciones de ultratumba; si no hubiese llenado de drogas el departamento de su amado para que, embargado por la culpa y preso del
delirio, asesine a su propio hijo, quizás hubiésemos podido permanecer como desconocidos. Lamentablemente ahora nos llega el final.

Cuando la señora Heather Black llegó a su casa encontró a su hija muerta en el ático. Aparentemente esta vez si se había suicidado. Cuando llamó a la policía me hice el desinformado y la consolé. Pese a que le debo mi acaudalado futuro, diré en mi defensa que luego de incontables encuentros trasnochados me enteré que ella era la beneficiada por el testamento de Kjartan.
 Lo que nunca le diré será que la pistola en las manos de Sofía era la mía, que antes de que su hija y yo apretemos el gatillo me pareció ver  un niño a su lado, un niño rodeándola con manos etéreas, llevándosela al más allá, dejándome solo en la oscuridad...

viernes, 18 de abril de 2014

No te recuerdo...

Se que mi abuela podía cocinar los más exquisitos manjares, se que la masa más simple en sus manos se convertía en una delicia incomparable. Mientras atardece mantengo la vista en el horizonte y llega a mi un aroma a pan casero. Ahora caigo en la cuenta de que no tengo memoria de mi abuela, me pregunto si acaso habré llegado a probar alguna de sus recetas. Curiosamente una especie de fantasía, quizás vestigios de un recuerdo ahogado o un anhelo sutilmente disfrazado, recurre a mi mente cada vez que huelo pan casero.
 En la visión me veo en la casa de mis abuelos, a la espera en una mesa alta mientras una figura borroneada saca algo del horno. 
 Una sensación cálida me invade pero esta se desvanece rápidamente al intentar precisar algún detalle.
 Que sensación más extraña...


Sé que no te recuerdo, pero aún así pienso en ti...

martes, 18 de marzo de 2014

Una luz en la noche...

Merodeaba en la noche, ningún propósito especial me mantenía despierta por aquellas horas. Los pies me dolían de tanto caminar y mis ojos comenzaban a flaquear. Me senté en un banco en la plaza solitaria y por unos momentos solo me limité a disfrutar la música que fluía de mis auriculares. Todo era perturbadora quietud, solo con el pasar de los minutos pude percibir la existencia y naturaleza del campo de batalla en el que me encontraba. Una lechuza vigilaba sobre un farol centenario; pequeñas formas de vida se refugiaban inútilmente en el corto césped de un otoño que parecía haberse instalado en el mundo siglos atrás. Con cada vuelo del ave la tierra perdía una voz.


 Al levantar la vista  no pude evitar notar que, en el extremo opuesto del agora, luz escapaba por la ventana de un monstruo residencial. La oscuridad no parecía ocultarlo, sino más bien manar de él. Aquella luz rompía con todo su entorno, era una estrella marginada que aniquilaba la visión informe de opacidad. 
 Por momentos intenté imaginar qué ocurría en aquella habitación pequeña ubicada a menos de cien metros de distancia. Sin duda amantes apasionados me dije. Que pensamiento insípido. Aunque era lo más probable, intenté creer en algo menos universal y ordinario...después de todo un alma solitaria podría estar cultivándose en los misterios de las formas y la proporción; consultando antiguos manuales desperdigados sobre el escritorio y el lecho, creando nuevos caminos en su destino con cada párrafo concluido. 
 Al aguzar la vista parecía como si distintas sombras danzaran en la trémula luz que llegaba a mis ojos cansados. Mi mente se perdió en la visión de un ritual milenario, un escalofrío me trajo de vuelta y miré a mi alrededor, desconfiando de cada penumbra. Un sonido terrorífico aunque efímero pareció llegar de más allá de mis auriculares. Me los quité de inmediato y cerré los ojos. Solo la brisa y el murmullo de las hojas. -Ya es hora de volver- pensé. Me incorporé y me acomodé el morral. Di un último vistazo a la ventana con la luz encendida. Ya no parecía haber movimiento dentro, aunque era mi impresión que su tamaño había menguado. Me di vuelta y me alejé lentamente, añorando una ducha antes del sueño reparador. Tome los Auriculares y al acercarlos al oído todo cambió. ¡Cómo no se me había ocurrido! La noche se encontraba expectante, sedienta...no es muy difícil imaginar lo que se necesita para tomar ciertas decisiones prohibidas, tenebrosas, tétricas...

Para algunas personas la indiferencia e insensibilidad pueden cobrar un peso insostenible en segundos. 

No había estado segura del primero pero ahora no podía dudar, con los auriculares todavía fuera de mis oídos escuché un grito desgarrador, luego mi mente se anticipó y reprodujo,casi simultáneamente, el golpe sordo contra el asfalto.





Esa noche, con cada vuelo del ave, la tierra perdía una voz...y con cada indiferencia

un alma decía adiós.

martes, 25 de febrero de 2014

Nunca dejé nada para la vuelta...

(Aviso de Spoiler, lo siguiente es una de las mejores escenas de la película "Gatacca")

Mientras compiten como cuando eran niños, Anton interroga a Vincent a causa del éxito que parece tener con sus planes, ya que, por no ser un humano diseñado con mejoras genéticas, no debería poder pasar ninguna de las pruebas a las que se enfrenta.



Anton: ¡Vincent! ¿Cómo haces esto? ¿Cómo lograste algo de todo esto? Tenemos que volver.

Vincent: ¡Es demasiado tarde para eso, estamos más cerca del otro lado!

Anton: ¿Qué otro lado? ¿Querés que nos ahoguemos los dos?

Vincent: ¿Querés saber cómo lo hice? ¡Así es como lo hice Anton! ¡Nunca guarde nada para la vuelta!.

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Ese parece ser el secreto, no guardarnos nada, entregarnos completamente ahuyentando los miedos con la fuerza de la convicción y la voluntad. Si concentramos todo nuestro ser en una actividad no encontraremos límite que no sea el que nos auto impongamos. 
Podría imaginar un alma inocente arrancada repentinamente de esta hermosa esfera, con sus metas cumplidas a medias, inhabilitada para disfrutar los frutos de su arduo trabajo en la persecución de sus sueños y aún así podría preguntarme a mí misma y a ustedes, si al fin y al cabo no llevó la mejor de las vidas posibles.

Quizás uno de los mayores síntomas de enfermedad en la sociedad es el que puede apreciarse en las personas que resignan sus sueños y su felicidad, excusándose en trivialidades, sin preguntarse por qué lo están haciendo.



jueves, 6 de febrero de 2014

Deambulando en la red...

Es curiosa la devoción con la que nos dedicamos a ciertos proyectos, nos emocionamos y perdemos el sueño para luego dejarlos olvidados, sin nudo ni desenlace.
 Algún alma errática deambula por blogs olvidados, cubiertos de polvo y telarañas. Encuentra historias de héroes anónimos y risas atesoradas. Por un momento vuelven a brillar, recuperan su propósito, ponen en movimiento el intelecto entumecido...¿Alguien lo notará?

Espero que si.


 Somos un montón de historias a medio contar, una sinfonía entrecortada en el viento...

viernes, 31 de enero de 2014

Voyage 1...Horo



Hubo una época en que una deidad recorría los campos sembrados de los hombres, solo bastaba una sonrisa para que las cosechas sean bienaventuradas y abundantes. A cambio de este favor, los hombres oraban y sacrificaban ovejas en su nombre. La riqueza de la región se multiplicaba año a año. Grandes molinos comenzaron a gobernar el paisaje. Las monedas de oro llenaron las arcas familiares y el corazón de las personas. Las casas mudaron sus huesos de madera y se hicieron de piedra. Sus puertas se reforzaron y sus cerraduras se intrincaron.
 Luego de una década de abundancia, la diosa decidió otorgarle un año de descanso a la tierra. Los hombres no podían concebirlo. No cabía en la cabeza de nadie que la diosa los prive de su favor. Pronto se revelaron, olvidando sus orígenes, y la maldijeron con palabras terribles.
 Por primera vez en siglos, una raza de bestias exilió al brillo de la divinidad. La maldición caería sobre ellos mismos, ignorantes de la verdadera bondad y el amor materno. La codicia sería su perdición.

Despojada de su hogar en el corazón de las personas, Horo, la sabia, se preparó para recorrer el mundo. Tomó la forma de una hermosa joven y partió sin mirar atrás.

Voyage 1

La luz del sol bañaba los campos mientras Horo los recorría taciturna. Hacia tiempo que su conexión con las demás bestias se había reducido a la de la mera cacería. Las colinas iban quedando atrás sin otro rastro de vida que los que puede insinuar un pastizal eternamente amarillo. ¿Hace cuánto no llegaba un dulce saludo a sus hermosas orejas de zorro? Solo el viento le hablaba en las calurosas tardes de verano, solo el viento le susurraba en las frías mañanas de invierno.
 Poco a poco el paisaje fue cambiando, los pastizales cedieron y la fría roca empezó a cubrirlo todo. Tras haber caminado varias semanas también la nieve apareció, y con ella, un enorme bosque de pinos.
 Aquél lugar se asemejaba a su primer hogar, milenios en el pasado. La melancolía la inundó con recuerdos cálidos y el presente de pronto se volvió más insoportable. Decidió, muy a su pesar, quedarse un tiempo allí.
 Aunque intentaba descansar, las energías la abandonaban rápidamente; cada respiro parecía costar el triple, hasta mantener los ojos abiertos requería un esfuerzo consciente abrumador.
¿Estaba el bosque maldito? ¿O sería la falta de compañía, como si de una hoguera sin oxígeno se tratase, lo que hacía que la llama de su espíritu titubee? Poco a poco la desesperación fue creciendo en su mente hasta el punto que creyó moriría sola, olvidada en las páginas del tiempo, intrascendente, impotente, desvinculada de la más mínima partícula del ser. Bajo esta sombra cayó y se extravió en la más profunda infinidad.

Al abrir sus ojos encontró unos muy diferentes a los suyos, pardos y de una intensidad para ella desconocida. La atravesaban y se sintió desnuda y vulnerable, más no amenazada. Reparó en una leve calidez húmeda en su frente, vestigios de un beso motivado por deseos ocultos. 
 El hombre que la observaba sonrió y se paró delante de una pequeña mesa. Se encontraban dentro de una  cabaña al pie de una montaña perdida en los límites de la tierra. Horo se preguntaba cómo había llegado allí hasta que el desconocido le alcanzó un plato de sopa y le explicó que la había encontrado inconsciente bajo un extraño pino gris casi cinco días atrás. Sin duda había sido muy afortunada, la gran nevada había comenzado poco después, lo que significaba que nadie hubiese podido encontrarla.
-¿Cuál es tu nombre?-preguntó ella.
 -Lawrence-contestó él con una voz que parecía no haber pronunciado aquella sucesión de letras en mucho tiempo.
-Muchas gracias Lawrence-dijo ella con voz queda y la mirada perdida en el suelo- mi nombre es Horo y estaré siempre en deuda contigo.
-Tonterías, salvar una vida no es como ofrecer un gran favor, es el acto mayor de un hombre libre. Además poder admirar tu belleza  es recompensa suficiente para mí.
Estas palabras fueron dichas con el cariño con que se pronunciaría un astrónomo acerca de la luna, que, pese a ser objeto de su admiración, es incapaz de poseerla. A Horo le extrañaba que un humano sea bueno con ella sin revelar otra intención. Para ella Lawrence era un misterio, una nueva raza de hombre, pero no se dejaría convencer tan fácilmente. Algo actuaba sobre él y ella iba a descubrirlo cueste lo que cueste...Después de todo ella era la Diosa Horo...



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Tenía ganas de empezar una narración, sin importar el final o el principio. Me perdí en la imagen de Horo y dije ¿Por qué no?...No es mi intención hacer un fanfiction, no estoy a la altura. Por el momento solo pienso en ejercitarme en la narración y estos dos personajes me van a ayudar al menos en un par de entradas más ;-)


miércoles, 15 de enero de 2014

Atlas de las Nubes



"(...) Todo se volvió claro. Desearía que pudieras ver este resplandor. No te preocupes, todo está bien. Todo es tan perfecto, tan condenablemente bueno. Entiendo ahora que los límites entre el ruido y el sonido son convenciones. Todos los límites son convenciones, esperando ser trasgredidos. Uno puede trascender cualquier convención, solo si puede concebir hacerlo. En momentos como estos, puedo sentir latir tu corazón tan claro como el mío y sé que la separación es una ilusión. Mi vida se extiende más allá de las limitaciones de mí"



Se que la separación es una ilusión...

miércoles, 8 de enero de 2014

Y allí dentro...


Encontrábame divagando sobre el poder de la mente, de la voluntad; fascinándome por el efecto que puede producir en el cuerpo una simple frase, originada en la mayor de las intimidades o escuchada entre la insulsa multitud. Como dista el lenguaje de ser una simple herramienta de comunicación. En esta noche espaciosa me pregunto cuántas veces ha sido un arma de precisión quirúrgica, un arma cruel y de frío brillo. ¿Cuántos han sucumbido en las tormentosas tardes de riñas y calumnias, hundiéndose en la peor de las desesperaciones?
Pero más raro aún...¿Cuantos se han salvado?
¿Quién repara en que la afección es decisión de cada uno?

"(...)Y allí dentro está la voluntad que no muere. ¿Quién conoce los misterios de la voluntad y su fuerza?
 Pues Dios no es sino una gran voluntad que penetra las cosas todas por obra de su intensidad. El hombre no se doblega a los ángeles, ni cede por entero a la muerte, como no sea por la flaqueza de su débil voluntad."

Edgar Allan Poe